viernes, 29 de junio de 2012

LA ECUACIÓN DE LA VIDA MODERNA.

La soledad como tema está presente en Sabina como en cualquier cantautor o poeta desde que existe ese “invento”, como le gusta llamarle a Joaquín, que es el amor. A menudo hablar de este último equivale a hablar de aquella. Pero ¿Qué pasa con la soledad en un discurso tan positivo, tan de tomar a la vida por los cuernos (y los mismísimos cuernos) cuando llegó el momento del final? Podemos mencionar –a manera de excepción- dos casos en los cuales la soledad consigue anular la potencialidad vital del sujeto. Se trata de Calle Melancolía y en Así estoy yo sin ti, en las cuales el discurso encuentra una barrera de cara al futuro y se resume en puro presente evocativo. Extraño en el temprano Sabina, más desfachatado y vital, cuya ideología se manifiesta de manera fiel en Como un explorador, con versos tales como “Con el cartel de libre en la solapa/He vuelto a ser un guapo entre las guapas/Chulapas de Madrid” o “… a veces gana el que pierde una mujer”. Es que a nivel pareja, la soledad es un estado transitorio hacia el nuevo romance y por lo tanto es tratada filosóficamente la mayor parte del tiempo, aunque en ocasiones el sujeto aparezca permeable a sus efectos. En casos como el precedente o19 días y 500 noches o El rock and roll de los idiotas, la soledad se halla en su momento plácido de etapa terminal preanunciando futuros o inminentes idilios.La etapa de 19 Días Y 500 Noches-Dímelo En La Calle muestra una proliferación del tema, con una inflexión tanguera en el último (la zaga Cuando me hablan de destino-Camas vacías). La lista incluye Dieguitos y Mafaldas, Nos sobran los motivos, Donde habita el olvido o Peces de ciudad.Pero la soledad sobrevuela la obra de Sabina en su totalidad. Es lo que estructura canciones tales como Cuando aprieta el frío, Amores eternos o Con la frente marchita, (La lista de inéditos incluye Viejo blues de soledad, Blues de la soledad, Cómo te extraño, Doña Pura, Bolero triste, Me plantó la princesita azul, Ay Gorrión, entre otras). Lo que lo diferencia del resto de los cantautores es que la enunciación siempre es dinámica, es decir, en el peor de los casos el sujeto puede lamentarse, pero siempre en estado de tránsito hacia la salida de esa tristeza, hacia la desembocadura en otros labios que harán olvidar los anteriores y reiniciarán el ciclo. Y aún cuando en los límites de una historia concreta no se vislumbre esa luz, el hecho de ser un tema de Sabina hace que el escucha lo de por sobreentendido.

Recostada en el sillón…
Pero si Sabina reniega de la autocompasión en relación con la soledad, no por eso olvida a aquellos que sufren sus consecuencias. Así, una amplia gama de personajes son producto de situaciones de pérdida. El personaje de Lola, de Besos en la frente, es una solitaria, así como los del tríptico de ¿Quién me ha robado el mes de Abril?, aunque las formas de afrontarla sean bien distintas. Pobre Cristina es el retrato de una solitaria y la heroína de Ring ring ring tiene un final parecido.Una variable interesante de la soledad es la que atraviesa el sujeto de Ponme un trago más, aun sorprendido por la infidelidad de la chica. Esta modalidad del tercero excluído, si bien no tiene mucha cabida en los temas oficiales, está más desarrollada en la producción para otros, como por ejemplo en Pisando charcos “Después de verse tanto en el espejo/¿Cómo iba a mirarme?/Si eran felices, no había más que verlos/” o Dos amigos y una mujer: “Tal vez lo que tenía que pasar pasó/Tendré que hacer de malo en este culebrón/Tercero en un ménage a trois”. La razón es el conservadurismo subyacente que se contradice con el discurso libertario de Sabina.

Todos menos tú.
Básicamente amorosa, la soledad tiene otras variantes. Tiene un matiz menos pasional y más existencial, como enfermedad espiritual (producto del capitalismo) en Lágrimas de plástico azul o Carguen, apunten fuego. Otras formas de la soledad: la de Gulliver en su torre de marfil (metáfora del artista incomprendido) y su reinvención: la del “ibérico” Don Juan en su movida de patear el tablero, la soledad del transgresor. Entre estos dos últimos ejemplos, se mueve, a modo de pivote, la de El capitán de su calle. La de la gran ciudad, atisbada en Pongamos que hablo de Madrid y que en Todos menos tú, el abordaje alcanza su expresión más excelsa y filosófica: el sujeto está solo en medio de la movida madrileña. Ya Baudelaire había afirmado que el mejor lugar para ocultarse era la mega ciudad. La contracara la da El Boulevard de los sueños rotos, donde “pasan de largo los terremotos”, lo cual recuerda al “por no pasar ni pasó la guerra” del mítico Pueblo Blanco, aislado y clausurado, de Serrat.Por último, la prostitución, tema controversial tantas veces tratado por Sabina (Aves de paso, Viridiana, Canción para la Magdalena, Mas guapa que cualquiera), se plantea como un antídoto contra la soledad.Como dato curiosísimo: en Romance de la gentil dama y del rústico pastor (letra tradicional no compuesta por Sabina) , el mensaje pareceríaser “el buey solo bien se lame”, lo cual le da un toque levemente irónico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario